Té con Kant consigue conjugar perfectamente la seriedad y la crítica filosófica con la ironía, un ejercicio teatral que llega al público gracias a un texto lleno de contenido -en él no se da puntada sin hilo-, y unas protagonistas que conquistan al público.
En la representación de la mañana el salón de actos estaba lleno, cuatro primeros de bachillerato ocupaban todo el espacio, y por ello las actrices se pudieron mover poco, la mayor parte de las chicas y chicos salieron contentos de la obra, no pensaban que se podrían divertir con una obra que tiene en su título al filósofo Kant. No creo que ninguno olvide el imperativo kantiano.
Una obra donde el público también tiene su protagonismo |
La colaboración del público era necesaria para resolver el problema de las protagonistas. |
Los que pudiendo ir, no fueron, se perdieron algo muy bueno, ni en la cartelera habitual de teatro es fácil encontrar una representación teatral de esta calidad.