MÁS ÉTICA, POR FAVOR
Al comienzo de la pandemia muchas personas, entre las que me
encuentro, pensamos que el momento que estábamos viviendo iba a traer una corriente
de solidaridad y de sentido común. Estaba segura de que la clase política revisaría
sus posturas, unificarían objetivos, al menos en el caso de los gobiernos democráticos, tendrían que revisar su actuación y volver la
vista a la ciudadanía, hombre y mujeres que estaban sufriendo, pero también,
que estaban dando un lección de solidaridad y de ética.
Fui una ingenua, me equivoque, creo que muchos de nuestros
dirigente (quiero pensar que no todos) han aprendido poco de esta situación y no se
apean de su corta y limitada visión partidista. Una corta visión que perjudica a la mayoría.
Hace meses, empezar
la vacunación antes de febrero o marzo parecía imposible, entre otras cosas,
porque no se disponía de vacunas. La ciencia puso el acelerador y se ha
conseguido. Científicos y científicas de todo el mundo se pusieron manos a la
obra. Tampoco hay que olvidar que las empresas farmacéutica, que ahora están
haciendo el gran negocio y se permiten incumplir los contratos de distribución,
porque alguien paga más por su producto, recibieron dinero público, por ejemplo
de la Unión Europa o de EE.UU. Por si alguien no lo ve claro, esto significa que
parte del dinero que financió (y aceleró) la investigación salió de una u otra forma, de
los bolsillos de los ciudadanos. Y frente a todo esto, ¿qué nos encontramos?,
pues está claro, una absoluta falta de ética. Falta de ética con mayúsculas.
Estoy muy enfadada, no me extraña de las farmacéuticas, nos
tienen acostumbrados a mostrar la peor cara de la enfermedad, esto es, vendo
caro y a quién paga más porque puedo hacerlo. Es su negocio, hacer dinero. Pero
estoy mucho más enfada con nuestros políticos, por un lado ante el descaro de
pensar que son especiales y pueden “entender la ley” a su antojo y justificar
su “privilegio” para vacunarse en primer lugar. Falta ética, pero conocen la norma,
la ley.
Lo que está sucediendo con la vacunación indebida o “privilegiada”
es un ejemplo de la diferencia entre quedarte solo con “valores cívicos” (valores democráticos y constitucionales, como
a veces se refieren a ellos algunos políticos y el Ministerio de Educación) y
Ética.
Varios cargos políticos de distintos partidos, han elegido hacer lo que no debían, conocían la norma pero optaron por no cumplirla. Hay al menos, dos consejeros de sanidad, once alcaldes, también dentro de las Fuerzas Armadas, etc. Todos ellos conocían las instrucciones, todos ellos sabían que la decisión de poner su brazo para vacunarse era una decisión suya, y optaron por hacerlo, pusieron su brazo y se vacunaron. Pero sabían que no les tocaba.
Es desolador porque además sabemos que es su obligación defender los valores democráticos:
igualdad y justicia. Conocen los valores pero, realmente, no los asumen como pautas de conducta porque,
entre otras cosas, todos han buscado su beneficio y eso sí, saben que es
responsabilidad y decisión suya y por ello han buscado “justificaciones” para
su actuación. Lo peor es que piensan que es lo que “en su lugar habría hecho cualquiera”,
seguro que alguno no entiende “el ruido” porque, ¿por qué no iba a hacerlo?. Esta es la mayor de las perversiones, creer
que lo que uno hace (mal) es lo que haría cualquiera, porque inmediatamente lo conviertes en bueno, lógico o
correcto. Esto es lo que pasó también en la Residencia Valdesur de la Comunidad
de Madrid y probablemente en el Hospital Clínico con los cientos de
pensionistas jubilados, ¡Más ética por
favor!
De esto hablamos cuando insistimos ante el Ministerio de Educación
y ante algunos miembros del PSOE durante la tramitación de la LOMLOE, por esto gritábamos NoSinEtica. Se necesita, tiempo y espacio en las aulas para
que los y las jóvenes comprendan, por sí mismos, que hay opciones a la hora de
actuar y que no todas valen igual, que no todas tienen las mismas consecuencias
y que no todas pueden justificarse igual. Con estos ejemplo se necesita todavía
más.
Es inmoral. Conocer la norma no es suficiente, la ciudadanía reclama Ética, a gritos. Si todo se queda en legislar no enseñamos a actuar, ni aprenderemos a responsabilizarnos de nuestras acciones, mucho menos conseguiremos responsabilidad ciudadana. Dice el filósofo Slavoj Žižek en una entrevista reciente, que con la pandemia, empezó a creer en la ética de la gente corriente, pues yo añado, no me extraña porque desde luego, creer en la ética de la gente que nos dirige resulta casi imposible.
Vergonzoso: las noticias de sobre las irregularidades en la vacunación y la falta de ética y responsabilidad ciudadana, aumentan
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